Un economista sin medias tintas

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Juan Carlos de Pablo habla con palabras simples. Explica lo más difícil de manera directa, sin dar vueltas. Invitado por el ciclo de charlas que realiza la municipalidad de Vicente López, opinó sobre el actual estado de la economía argentina, la pandemia y la gestión de Alberto Fernández.

¿Cómo ves la situación actual?


Mi perspectiva en política económica es atípica. Es como el jefe de guardia de un hospital: un hombre que ve de repente interrumpida su tranquilidad con la llegada de 40 heridos simultáneos de los que no puede
elegir a quién atender primero, tiene que tomar decisiones difíciles con poca información y con el tiempo
en contra, sumado a gente que le pide explicaciones enojada. Estamos viviendo un momento particularmente difícil, que combina: peores números sanitarios, crisis económica, hartazgo de la gente, un presidente que vive diciendo barbaridades y que desde el punto de vista decisorio, deja bastante que desear, un país presidencialista y personalista. No es momento de añorar épocas pasadas ni de arrepentimientos, en cuestión de política económica siempre es de ahora en adelante… y sobre todo, el HOY.


¿La vacuna contra el corona virus es la solución?


Creo que es el monumento a la colaboración pública y privada, así como también a la globalización económica. Por más que nos digan que Argentina, que el Conicet y bla, bla, bla, la realidad es que Argentina no va a producir la vacuna; sólo un pedacito del proceso (un insumo).


¿Qué balance hacés de la política económica del gobierno?


Trabajar en política económica, ayudar a la toma de decisiones, quiere decir focalizar: no perder el tiempo con la pos-pandemia porque la pos-pandemia depende del durante pandemia (en economía, “Dependencia del camino”). El INDEC informa sobre la Prehistoria, ya que aporta datos del recién del segundo trimestre (abril mayo junio) cuando en realidad estamos por finalizar el tercero. Hay que centrar la decisión en el aquí y ahora. Esto quiere decir prestar atención al presidente y, junto a eso, a las decisiones económicas; pero no prestar atención a las palabras del presidente ya que están muy devaluadas, allí no hay ningún mensaje. Un día dice una cosa y días después otra

¿Cómo lo ves al presidente Alberto Fernández?


Tiene 5 alternativas: 1. suicidarse, 2. renunciar, 3. enfermarse, 4. darle las llaves de la Rosada a Cristina o 5. Reaccionar. Teniendo en cuenta un país presidencialista como Argentina, donde el presidente tiene que gobernar por un período fijo determinado, ésta última cree que es la alternativa que se debería tomar. En la vida uno tiene que tomar decisiones privadas, decisiones públicas individuales y decisiones públicas colectivas. Un ejemplo es la toma de decisiones con
respecto a la flexibilización del ASPO en algunas regiones, de acuerdo al desarrollo de la pandemia y la poca probabilidad de contagio. En ese caso lo veo como parte de la solución. Pero cuando por cada cosa se tiene que pedir permiso, lo veo como parte del problema. Por ejemplo, el hecho de tener que pedir o completar formularios de permisos tan específicos para poder trabajar que la considera un gasto de energía innecesario para el sector privado y para la parte pública operativa encargada de recopilar y seleccionar esos permisos.

El gran problema histórico de la Argentina es la inflación.
¿Hacia dónde vamos en ese sentido?

No es problema de dibujo, sino metodológico. Hay que tomar con pinzas la estimación de la tasa de
inflación, más allá que tanto a las consultoras privadas como al INDEC le den los mismos números. La tasa de emisión monetaria no tiene un correlato, por ahora, en término a la tasa de inflación por la circunstancia extraordinaria que estamos viviendo: el efectivo tiene atractivo, lo que se dice demanda
de pesos, porque la gente sale a la calle, cuando puede, a comprar cosas. Pero los precios no han tenido un aumento notorio.

El dólar es otro de los grandes temas de nuestra economía.


Este Gobierno tiene un enfoque administrativo: hace todo lo posible para
que no aumenten las exportaciones.
Si no hay reservas, nadie te presta, entonces es lógico pisar las importaciones, la demanda de las divisas. No se entiende cómo este gobierno sigue vendiendo U$S 200 a 4 millones de personas. Uno tiene que evaluar la política económica en términos de la lógica, está comprometiendo la mitad del superávit comercial.

¿El acuerdo con los bonistas que parecía que iba a librar al país de una gran mochila para volver a crecer, ya quedó en el pasado?


Mientras no pidamos a los bonistas o al FMI, se pueden hacer acuerdos.
¿En qué consisten los acuerdos?
Hasta el 2023 no vengan. Si perdemos las elecciones, arreglen con el próximo gobierno. Si ganamos,
hablen con nosotros. Nadie está esperando que la clave de la elección presidencial 2023 sea cómo vamos a
honrar los compromisos. No le vamos a vender otro buzón.