El termómetro del informe. Del marrón al verde, pasando por el amarillo.
Como esa pata de mono siniestra, que en el cuento no podía conceder un deseo sin llevar también malas noticias, Vaca Muerta es tanto el talismán con el que el Gobierno promete atraer millonarias inversiones como el punto más débil de sus políticas verdes para fomentar la generación de energía a partir de fuentes renovables.
Es que el aumento de los subsidios a la producción de combustibles fósiles para el megaproyecto en la cuenca neuquina es el gran aplazo del desempeño nacional en la nueva edición del Brown to Green Report, informe anual elaborado por Climate Transparency que oficia como revisión mundial sobre la acción climática del G20 en pos de cumplir con el acuerdo de París, que comprometió a los países a mantener el aumento de la temperatura media global por debajo de los 2°.
El reporte destaca que “en 2016, el Gobierno lanzó un programa de u$s 5.700 millones para impulsar las energías renovables y recibió dinero del Fondo Verde para el Clima para garantizar la inversión a través del Banco Mundial.
También adoptó importantes políticas climáticas, como la ley de Energía Renovable y la ley de Generación Distribuida”. Sin embargo, señala que “el reciente crecimiento en las reservas de gas y las inversiones en ese sector amenazan la implementación de estos nuevos escenarios de energía”.
El documento se conoce solo días después del inicio de la gira que realizan funcionarios de la secretaría de Energía por EEUU para impulsar las inversiones en Vaca Muerta que, declararon, “dará a los argentinos energía abundante a precios accesibles y generará gran cantidad de trabajo y progreso”.
Los posibles impactos sobre el agua, la comida, la salud y los ecosistemas. Y a horas de que el Gobierno volvió a habilitar la posibilidad de que los nuevos emprendimientos de gas y petróleo accedan a beneficios impositivos y aduaneros. La decisión, oficializada este miércoles a través del Decreto 1049/2018, exceptúa la extracción de petróleo crudo y gas natural a fin de “estimular” los proyectos hidrocarburíferos.
Según las cifras recogidas en el informe, los subsidios a combustibles fósiles en 2016 ascendieron a u$s 2.700 millones y se duplicarán a u$s 5.700 millones el próximo año, lo que representará el 0,03% del PBI de acuerdo a las estimaciones de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
Critica además que la mayor parte del financiamiento público dirigido al sector energético (el que más contribuye a las emisiones de efecto invernadero según el inventario oficial), está direccionado hacia proyectos “marrones” de gas, carbón y petróleo. Entre las medidas positivas destaca que con el programa RenovAr el país “está mostrando progreso en materia de energías renovables” y recuerda que “se adjudicaron proyectos de aproximadamente 5.000 MW que apuntan a aumentar la participación de estas energías en el mix de electricidad del 2% al 20% para 2025”, pero concluye que “las políticas sectoriales aún no son consistentes con el límite de temperatura, especialmente con respecto a los combustibles fósiles, la agricultura y el transporte”. La pérdida de bosques es otro de los puntos flojos que resalta el documento, situando a nuestro país, junto a Indonesia y Brasil, como los tres que han resignado mayor cantidad de superficie desde 1990.
“Las acciones no alcanzan para revertir esa tendencia”, advierte. En el resto de los temas, luces y sombras. Menciona que el plan de transporte prevé reducir las emisiones pero aclara que no se ha establecido una fecha de eliminación gradual. Celebra el Plan de Acción Nacional sobre Bosques y Cambio Climático, aunque lamenta que no exista un objetivo para alcanzar la deforestación neta cero. Destaca la política de mitigación industrial para sustituir motores eléctricos antiguos pero, en definitiva, exige la implementación de políticas innovadoras más contundentes y ambiciosas.
El mundo, lejos de París A solo dos semanas de la cumbre que tendrá lugar en Buenos Aires, una de las conclusiones más lamentables del informe es que ninguna de las propuestas de políticas climáticas de los países que integran el grupo de las naciones desarrolladas y emergentes es compatible con los objetivos del acuerdo alcanzado en la capital francesa a fines de 2015. Un buen tema para que la Argentina, en su ejercicio de la presidencia, coloque entre los prioritarios de la agenda de discusiones entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre.
El desempeño de los países del G20 se aleja de los objetivos del acuerdo. Entre los puntos “marrones” se consigna que: Aumentó el gasto en subsidios a combustibles fósiles. Pocas naciones tienen estrategias para reducir a la mitad sus emisiones para 2030.
No existen políticas adecuadas para eliminar el carbón de las matrices energéticas. POR QUÉ ES PREOCUPANTE: Considerando que los 20 miembros -19 países más la Unión Europea- representan aproximadamente el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, se alejan las posibilidades de limitar la suba de la temperatura global.
Fuente:Ambito Financiero