La estación de servicio es un negocio con un alto componente de costos fijos, por lo tanto, habrá que bajarlos.
Como todo fenómeno que no podemos controlar, nos terminaremos adaptando al mismo, y aquel que lo haga de manera más eficiente saldrá fortalecido.
Es claro y evidente que, al menos para el estacionero argentino, la retracción de la demanda que produjeron las medidas de aislamiento implementadas para mantener bajo control sanitario a la
pandemia no es el único fenómeno ajeno al sector que hará reevaluar el futuro de este.
Ya veníamos sufriendo una situación económica que cuanto menos podemos calificar de inestable y a eso, le debemos agregar la incógnita de como se pueda llegar a resolver la pesada carga que sobre ella impone nuestra deuda soberana.
Al estacionero de nuestro país -como en tantas otras actividades- el COVID19 y las consecuencias que trajo aparejado, no deja de ser la frutilla de un postre muy pesado que tendremos que digerir.
Todavía es muy temprano para saberlo, pero, seguramente, la movilidad urbana -e interurbana en el caso de vuelos nacionales e internacionales, afectados también por medidas de distanciamiento se verá afectada por nuevas modalidades de trabajo (remoto) que hemos aprendido a practicar y que pueden hacernos más eficientes en el uso de nuestro tiempo, pero que significarán menores consumos de combustibles.
Si la pandemia no se pudiera controlar o el virus mutara y nos hiciera correr detrás de él para encontrar nuevas vacunas que logren nuestra inmunidad, seguramente se modificarán las prácticas de atención a los clientes, incluyendo medidas de protección por parte de los empleados de las estaciones de servicio tanto en playa como en el local de venta.
Esto significará costos adicionales y volúmenes de venta que no necesariamente volverán a ser lo que eran, cualquiera sea el tiempo al que nos queramos remontar.
Esta situación no es muy distinta a la que el estacionero argentino está acostumbrado a sobrellevar, aunque tal vez sea más profunda -por la combinación de hechos desencadenantes de la misma- que
aquellas que ha surfeado en el pasado.
La estación de servicio es un negocio con un alto componente de costos fijos, por lo tanto, habrá que bajarlos y esto requiere una profunda, honesta y sincera negociación con los representantes de la fuerza laboral. No se trata de discutir un incremento salarial o el articulado de un convenio colectivo de trabajo, sino de refundar un negocio para los próximos cincuenta años (electro-movilidad incluida). Mientras tanto sobrevivirá el más eficiente, aquel que logre absorber el volumen de aquellos que no lo sean tanto.
Las expectativas que tenemos en un punto son buenas y en otro no tanto.
Esperemos que todo se solucione rápido. Seguramente cuando todo se normalice, vamos a trabajar y a recuperar los volúmenes rápidamente. Pero no sabemos a partir de cuándo será, que esa es la gran incógnita.
Tampoco hemos recibido ayuda del Estado hasta el momento y estamos en una situación preocupante, no desesperante. Espero se solucionen rápido las cosas y tenemos las mejores opciones para seguir trabajando. Seguiremos apuntalando el negocio para el futuro.
No va a ser fácil la recuperación. Tendremos que reacondicionar ciertas formas de trabajo ya que estamos los 365 días del año las 24hs. y no va a ser fácil hacer frente a todas las erogaciones económicas si no tenemos los ojos bien puestos en nuestro negocio.
En mi opinión creo que al estar la gente tan asustada, el vehículo se va a usar mucho más evitando el transporte público, va a haber más trabajo en el rubro a partir de esto. También pienso que las estaciones chicas se van a ver muy afectadas debido a que no podrán solventar sueldos a partir de las ventas chicas que van a recibir.
Por último, creo que es un momento para reinventarse y buscar otro segmento al cual atender dentro del rubro, por ejemplo, convertir el shop en una símil almacén.
Esto que surgió vino para quedarse y va a durar mucho tiempo. Lo que se ha hecho hasta ahora es extremar las medidas de limpieza y seguridad como señalizar con carteles institucionales del negocio, el hecho de ingresar al mini mercado con barbijos, no descender del auto para ser atendido en el despacho de combustibles, la distancia social recomendada, hacer fila fuera del mini mercado. En algún momento copiaremos algún tipo de protocolo de restaurantes con divisiones de acrílico para poder sacrificar la cantidad de mesas pero sobre todo por un tema de seguridad.
Todo ya está afectando al sector. Hoy estamos trabajando en un 40% de nuestra capacidad y volver a los niveles anteriores de venta en la medida que no vuelvan los autos a la calle y que no estén todos los sectores trabajando, va a ser muy difícil. Vamos a tener que aguantar durante mucho tiempo la estructura con un ingreso muy bajo. Desde inicio de la pandemia hasta la fecha hemos perdido, sin dudas, pese que el sector fue considerado de necesidad no se vio reflejado en la venta de combustible porque no hay tráfico. Sentimos una gran incertidumbre, uno puede hacer todo lo que tiene a su alcance pero lógicamente esta es una realidad muy cambiante y no se sabe cómo proceder. Creo que el sector va estar golpeado económicamente y el recupero va a ser a largo plazo. En el mientras tanto, a sobrevivir.